Más allá de las sufragistas… Feminizando la política

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Ir al cine el día de Navidad con las mujeres de mi familia a ver “Sufragistas” es probablemente de las mejores cosas que he podido hacer en estas controvertidas fiestas familiares, donde se transita entre la jodida obligatoriedad de los eventos familiares muchas veces poco deseados y la catarsis colectiva de desearle felicidad, paz y amor por unos días en el año a todo ser viviente que se cruce en tu vida. Y eso, a pesar de que el cine estuviera petado hasta las trancas (yo pensaba que el día de Navidad la gente se quedaba en sus casas cantando villancicos en familia) y tuviéramos que ver la peli en primera fila.
No sé si la película me parece mejor por haberla visto tan cerca, y eso hizo que la viviera con más intensidad, o es que de verdad es grande. Es grande el relato que cuenta, porque cuenta un momento fundamental de la historia desde las figuras anónimas que la hicieron posible, es grande la interpretación de Carey Mulligan, y es grande el guión de Abu Morgan, que consigue contar una gran historia, albergando también pequeñas historias reflejadas en segunda fila, pero presentes. Ahí se encajan las diferencias de clase que condicionaban el posicionamiento de las mujeres en la lucha sufragista, las desavenencias sobre las estrategias a seguir para conseguir sus objetivos en un colectivo que no es homogéneo, o el papel secundario de los hombres (muy bien colocados en un segundo plano) representados en su variedad, pero de una manera muy realista.
Me quedo sobre todo con un par de frases de la película que me parecen destacables y de tremenda actualidad. Ahí va la primera:
“Si quieren que respetemos las leyes, tendremos que hacer leyes respetables”. Esto le dice Violet, la compañera de trabajo de la protagonista, Maud, que la acerca al movimiento sufragista. Pues ahí está esta frase de tremenda actualidad, a pesar de los años que han pasado ya desde el tiempo que refleja la peli. Y nuestrxs políticos conservadorxs, y quien se identifica con estas políticas, siguen argumentando que hay que cumplir las leyes para hacerse respetar, y desde el otro lado seguimos empeñadxs en que no se podrán respetar hasta que no sean respetables unas leyes que ponen por encima de las personas a los mercados, que jerarquizan unas personas sobre otras por razón de sexo, etnia, cultura, nacionalidad, edad…
Y la otra frase a resaltar se produce en un momento de gran intensidad de la película, en el que Maud tiene que defender de forma improvisada el voto para las mujeres en base a su experiencia formando parte del colectivo de lavanderas donde trabaja. El tribunal ante el que habla le pregunta: “¿Por qué quieres el voto para las mujeres?” Y ella le contesta: “A veces pienso en cómo sería vivir una vida en un mundo mejor”.
Aún seguimos imaginando cómo sería vivir en un mundo mejor y luchando por ello, cada una a su manera, desde distintas formas, muchas mujeres del mundo. Conseguimos el voto en muchos países, incluso llegamos a puestos de poder, a ministerios, y en algunos países hasta a presidentas de gobierno. Pero surgieron nuevos retos. Ya no basta con ocupar los puestos de poder, cuando se pueden ocupar. Ahora queremos feminizar la política. Ya no queremos solo participar en las estructuras, queremos cambiarlas, queremos llevar las lógicas de cuidado a la política, desde los colectivos sociales a las instituciones, poner la vida en el centro, frente al gobierno de los mercados. Y se van dando algunos pasos.

Seguimos, seguiremos imaginando otros mundos, otras vidas que merezcan la pena ser vividas.

Madres: entre el corsé y el deseo

Un año más ha llegado el «Día de la Madre», y desde nuestro rincón entregrietano asistimos con cierto pavor al ritual consagrado en torno a él. «Pasen y vean!! Tenemos a su disposición todo un arsenal de artículos que podrá consumir para demostrarle su amor a su madre!!»

Somos conscientes de que abordar la maternidad como fenómeno social y complejo que es, sería materia de tesis doctoral, pero precisamente por la importancia y por las repercusiones que tiene en la construcción de las identidades femeninas, nos animamos a dedicarle una modesta entrada de blog.

05tirasmafaldaLxs creativxs publicitarixs están actualmente en la onda de la publicidad emocional, como ya sabemos, y nos instan a consumir por amor en cada efeméride, ofreciéndonos innumerables soportes: cartelería, cuñas de radio, anuncios de TV, banners en páginas de internet, promociones publicitarias en las redes sociales… Las que recibimos en torno a la celebración del Día de la Madre suelen tener un matiz especial debido a la autenticidad y exclusividad que se presuponen para el «amor de madre» frente a otros modelos de amor. Para entrarle con un poco de humor a este tema, queremos empezar compartiendo uno de los anuncios más estereotipados (y cutres, por qué no decirlo) de creación española que hemos visto en esta semana:

El anuncio del sorteo de la ONCE ennoblece y enmascara la alianza patriarcado-capitalismo a través de la que las mujeres-madres asumen las tareas de reproducción y cuidado de la vida humana en su conjunto. Genera además una solución mágica de conciliación que legitima la explotación de las mujeres-madres, que es precisamente la que enmascara la celebración de este día: yo te quiero tanto que te regalo un número para un sorteo* que te hace mucha ilusión porque es tu día y nada puede superar el amor de una madre, ahora bien, mi bolso con los tuppers* no lo pienso dejar atrás, ni hoy, ni los 364 días restantes del año (*el regalo y los tuppers son sustituibles por otros elementos, el silogismo seguirá funcionando para analizar un porcentaje bastante alto de los anuncios para el Día de la Madre).

s29Existe un corsé enorme en los espacios políticos de participación que encierra la dimensión de re-conocimiento que tenemos en el espacio público y político las mujeres en tanto que somos madres, y a la vez, implica nuestra exclusión del espacio público como sujetos políticos de pleno derecho, precisamente porque somos madres, y nuestra dedicación a las tareas de cuidados es una tara para que participemos en igualdad de condiciones.

La maternidad, como bien dice Susanita, forma parte del Ser de la Feminidad en el imaginario simbólico y de la política del deseo en la que somos entrenadas desde niñas a través del cuidado de nuestros muñecos-bebé. Ser madre es planteado con un devenir natural que acontece en la vida de toda mujer que se precie. Es un estatus social, y además la descendencia se convierte en un apéndice a través del que te defines: la prioridad en tu vida ya no eres tú, de hecho, no puedes ser tú, porque si no te conviertes en una mala madre y, por consiguiente, en una mala mujer.

Esta «mística de la maternidad» (guiño obvio a nuestra querida Betty Friedan) salta al terreno de la participación pública y comunitaria, en la que observamos varias situaciones asociadas al hecho de ser madre:

– Si eres de las que elige ir con su hijx a todas las asambleas, reuniones y actos públicos: probablemente escuches quejas por los ruidos que pueda hacer, o porque te sacas la teta, o porque estás más atenta a sus necesidades que a lo que se está hablando, por no hablar de los horarios a los que se da la «vida pública» y de los espacios en los que se da, que suelen ser bastante incompatibles con la crianza.

– Si eres de las que elige dejar a su hijx con alguien que le cuide: se te agradecerá de forma no explícita, porque todo el mundo tiene interiorizado el discurso de la igualdad formal, pero no pienses ni por un instante que se intentará reducir la duración para facilitar la conciliación, o que aquellas personas a las que les encanta oirse acortarán sus tiempos de intervención, sino que lo más probable es que te tendrás que marchar antes de que acabe, salvo que realmente la persona con la que hayas dejado a tu hijx sea de total confianza y puedas quedarte sin límites. Ojo, que en ese caso el fantasma de la mala madre se cierne sobre tí… buuuuhhh…

– Si eres de las que eligen no tener una triple o cuádruple jornada laboral: combinar trabajo productivo, reproductivo, tiempo para la participación comunitaria y también para estar guapa y activa sexualmente. Resulta extenuante, por eso a veces muchas mujeres eligen quitarse cosas en pro de su salud, lo que se puede interpretar rápidamente como que se están autoexcluyendo de la vida pública y política. No es que las condiciones estructurales hagan que la participación y la maternidad sean incompatibles, es que tú… no tienes ganas.

No obstante, no te preocupes, la culpa de todo siempre será tuya, así que haz lo que mejor te venga, porque te van a criticar igual.

susana_1aEl corsé se amplía y aborda también a las mujeres no-madres, entendiendo la no-maternidad como un estado transitorio, no como una elección consciente, duradera y una opción maternal en sí misma. Si no eres madre, se entiende que debes adoptar un modelo de participación masculinizada o de dedicación exclusiva, de definición de nuestra autoestima en función del reconocimiento en el ámbito público. ¿Dónde quedan los autocuidados? ¿Qué es eso? ¿Para qué te vas a cocinarte pudiendo recoger los tuppers que te hace tu madre mientras tú preparas la revolución?

Sabemos que esto es una falacia, porque el sujeto político es heteronormativo y se define por la masculinidad hegemónica, por lo que aunque nos esforcemos mucho en alcanzar ese modelo, nunca seremos reconocidas como tales, pero aún así, somos cuestionadas bajo estos parámetros.

Si miramos a la historia reciente, el mayor reconocimiento que hemos obtenido las mujeres en la esfera política ha sido a través de nuestras maternidades: LAS MADRES DE… luchando por algo que tiene que ver con sus hijxs. Esas sí han merecido menciones en los libros de Historia. Aclarar que no desmerecemos estas luchas, todo lo contrario, las admiramos y respetamos profundamente, sólo queremos realizar esta observación, que no deja de parecernos paradójica: si eres madre, tus espacios para la participación pública están vendidos, salvo que el origen de esa acción política sea la maternidad en sí misma.

Seguiremos transitando los caminos y las luchas que nos lleven a realizarnos desde nuestros deseos más íntimos, lejos de las místicas y de las normas.

Gracias a nuestras madres, a sus ejemplos, a sus cuidados y a sus grandes revoluciones de la vida cotidiana.

¡FELIZ DÍA TODO EL AÑO!

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Vacaciones en Montpelier: para Ella y para Él

Esta año nos vamos de vacaciones, que aunque no tengamos dinero para hoteles, nos iremos de camping, a un bungalow – este anunció salió con decisión de la boca de Él justo el día que acabó la escuela, fue celebrado por los hermanos con enorme algarabía, y aunque con un poco menos de júbilo,  también por Ella, quien desde hacía tiempo había dejado de pensar que su opinión era útil.

A partir de ese momento, pasaron a formar parte del ya interminable trabajo doméstico habitual, las tareas correspondientes a los preparativos de las vacaciones de toda la familia.

Para Ella quedaron preparar las maletas de 4 personas (habiendo seleccionado previa y cuidadosamente qué contendría cada una, y sustituído algunas prendas viejas o gastadas por otras nuevas, compradas para la ocasión), y organizar pequeñas maletas que sustituirían algunas de las comodidades de los espacios del hogar en el camping (maleta «cocina», maleta «baño», maleta «cuarto de la lavadora», maleta «cuarto de los juguetes», maleta «salón»). Todo esto realizado en tiempo y forma adecuados a la fecha de salida establecida, y en compañía constante de los niños que ya estaban de vacaciones y derrochaban energía de saber que pronto marcharían a la playa.

Según las agencias meteorológicas, este verano será menos caluroso de lo habitual – comentó Él la víspera de la salida durante la cena.

Para Él habían quedado las tareas de limpieza y puesta a punto del coche para el traslado, elección de camping y organización de la ruta de viaje.

Después de cuatro horas llegaron al camping «Le floreal», a 38º, en el campo, a las afueras de Montpellier, con vistas a un polígono industrial y a media hora en coche de la playa más cercana.

Al pasar por recepción recogieron la llaves del bungalow: una especie de casita de planchas de uralita con un porche de madera prefabricada junto al que aparcaron el Dacia amarillo.

primeras paradas (1)Descargaron todo el equipaje: los juguetes de playa, las maletas, los útiles de cocina y demás enseres que Ella había preparado, y que ahora pasaban a decorar el bungalow.

Finalizada la instalación, el padre arranca el Dacia amarillo en dirección a la playa acompañado por los niños, mientras la madre preparaba la comida.

Regresan, y después de comer, duermen la siesta, porque hace mucho calor como para hacer otra cosa.

Los niños se aburren. Ella sale con ellos a la piscina para no hacer ruido y que Él pueda descansar.

Al caer la tarde, comienzan los preparativos para la cena, las duchas vespertinas y, para los niños, los juegos entre los árboles del camping con sus recién conocidos amig@s-de-vacaciones.

A las 11 de la noche se recoge la vida. El Dacia amarillo arranca, esta vez va sólo Él, quien marcha a la ciudad en busca de diversión. No regresa hasta pasadas las 3 de la madrugada.

A la mañana siguiente, amanece el segundo día de un fantástico mes entero de vacaciones en familia en Montpelier.

 

 

ANTONIA. Un cuento de hadas feminista.

Modelos propositivos en el cine para la igualdad de género I.

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Tenía 16 años cuando fui al cine a ver la película “Antonia”, una película que pasó por los cines españoles sin pena ni gloria (a pesar de su Óscar como mejor película extranjera, entre otros premios), pero que dejó en mí una huella eterna.

Recuerdo el día en que fui a verla, en una tarde cualquiera, cuando aun había cines de los antiguos en el centro de las ciudades, acompañada por mi entonces mejor amiga, (a la que sigo conservando, aunque ya la igualé en categoría al resto de amigas, una vez que decidí desechar las jerarquías en mi imaginario amistoso) y otra amiga más, a la que el tiempo desterró de mi vida. Recuerdo que mi mejor amiga y yo salimos encantadas, y también que a la otra no le gustó.

antonia1Por entonces ya conocía y sabía diferenciar términos como hembrismo y feminismo, que había aprendido de la mano de mi adorada directora del grupo de teatro donde hacía mis pinitos como amateur, y me había dado cuenta de que era feminista sin saberlo, desde que era pequeña y peleaba en mi casa porque mi hermano hiciera su cama al igual que yo, o que yo no la hiciera, al igual que él.

Se me quedó gravada en la retina una escena de la película, probablemente no de las más significativas, pero sí bastante impactante para mí. Una de las protagonistas salía haciendo el pino, después de hacer el amor, para facilitar que los espermatozoides llegaran mejor al óvulo. Y esa es la imagen que me vino a la cabeza, como diez años después, cuando mi memoria recuperó la película para unas jornadas de cine y género. Volví a verla, sin saber muy bien qué me iba a encontrar, si la película que había considerado transgresora a los 16 había dejado de serlo a los 26. Me encontré con la sorpresa de que me lo pareció aun más, de que el recuerdo que tenía no le había hecho justicia. La vimos juntas el actual equipo de Entregrietas, que preparaba por entonces esta jornada, y después de esas jornadas, la he usado en otras muchas ocasiones para formación en temas de género.

memorias de antoniaLa película fue escrita y dirigida por Marleen Gorris en 1995, quien se declara feminista, por lo que reconoce que su película también lo es. Y también es un cuento, un bonito cuento de hadas feminista, que habla de los ciclos de amor, nacimiento y muerte, y de la celebración de la vida, la comunidad y los placeres simples, pero también de la tragedia de la vida creada por la propia humanidad, a través de las vidas de cuatro mujeres de una saga familiar.

Pero, ¿qué es lo que vamos a encontrar en ésta película, para quien no la haya visto, y qué tiene de transgresora?
• Mujeres valientes que crean su comunidad y sus normas fuera de la normas asfixiantes establecidas en el contexto de un pequeño pueblo en el ámbito rural
• Una normalización de la visión de la maternidad como decisión personal por parte de las mujeres.
• Una pareja de lesbianas criando a una hija.
• Una mujer para la que la maternidad no es una prioridad en su vida, con una  pareja masculina cuyo deseo de paternidad es patente.
• Mujeres cuya realización personal pasa por la maternidad, frente a mujeres para las que la maternidad no despierta ningún deseo.
• Mujeres más centradas en su carrera profesional y hombres que desean cuidar a sus hj@s
• La sexualidad y el deseo, así como la maternidad y paternidad entre personas con diversidad de capacidades
• Reparto de tareas domésticas, de cuidado y de subsistencia, y una revalorización de las mismas, que han de ser combinadas con el ámbito profesional, tanto en mujeres como en hombres.

Podríamos decir que lo más transgresivo de Antonia es precisamente que presenta un abanico de mujeres empoderadas, que deciden sobre sus propias vidas, y que las llevan a cabo, desde un respeto a todas las personas y a la diversidad, y contra la opresión, la violencia o la dominación.

Actualmente, Antonia se puede considerar una utopía ecofeminista. Y como dice Galeano: la utopía nos sirve para caminar…